Stgo. Ventura
jueves, 29 de agosto de 2013
viernes, 22 de marzo de 2013
Lo es.
5 de la mañana, no puedo conciliar el sueño. Todo porque tú volviste a aparecer.
Estoy tranquilo, ni triste ni acelerado, no desespero ni pienso más de la cuenta lo que acaba de suceder. Después de todo, fue solo un sueño, y hace ya más de un año que no te veo.
Fue un sueño normal, como imagino una situación cotidiana en que te encuentro, o mejor dicho, te evito.
En un edificio antiguo estoy acompañado de quien no recuerdo porque al verte todo lo demás se volvio trivial. Se me anuncia que estás y me escondo, pero busco dar contigo, al menos para ver tu rostro.
Te miro, y estás cambiada, usabas un maquillaje muy distinto a tí, una cara mucho más oscura y triste que de costumbre, y una cabellera ondulada y más castaña que rubia. Me pregunto que te habrá pasado, hasta que nuestros ojos se encuentran.
No supe que esperar, pero lo que encontré no fue muy distinto de la realidad. Me encontré con unos ojos vacíos, contemplé una mirada indiferente y hasta despectiva, la misma de la última vez. Esa mirada, que hasta el día de hoy, he tratado de olvidar.
Nos saludamos sin gran parsimonia, sin abrazo, un mero "beso" en la mejilla.
Sentí tu piel, fría como siempre, y suave, extrañaba su textura, debo admitirlo, y ese segundo no me bastó.
Conversamos un rato, una conversación amena, luego te fuiste y me dejaste como la última vez, solo. En ese momento desperté, y recuerdo poco, pero lo importante es a lo que llego a nivel consciente.
Lo que en algún momento temimos, se volvió realidad, no somos pareja, no somos amigos, ya ni siquiera nos conocemos, tu ya eres otra persona, y yo he cambiado mucho desde la última vez.
No creo que nos volvamos a ver, es más, espero que así sea, por el bien de ambos.
Sólo quiero decirte (porque decirte más que esto no haría más que empeorar las cosas) que lo que hice lo hice por el bien de ambos. El día que me viste partir no miré atrás porque sabía el daño que te hacía estar conmigo. No estoy dispuesto a ser el responsable de hacerte sufrir. Espero que él te pueda hacer feliz, en verdad que sí, pero por favor, no me busques. Eso es todo lo que tengo que decir.
Lo siento Amor, es demasiado tarde.
Estoy tranquilo, ni triste ni acelerado, no desespero ni pienso más de la cuenta lo que acaba de suceder. Después de todo, fue solo un sueño, y hace ya más de un año que no te veo.
Fue un sueño normal, como imagino una situación cotidiana en que te encuentro, o mejor dicho, te evito.
En un edificio antiguo estoy acompañado de quien no recuerdo porque al verte todo lo demás se volvio trivial. Se me anuncia que estás y me escondo, pero busco dar contigo, al menos para ver tu rostro.
Te miro, y estás cambiada, usabas un maquillaje muy distinto a tí, una cara mucho más oscura y triste que de costumbre, y una cabellera ondulada y más castaña que rubia. Me pregunto que te habrá pasado, hasta que nuestros ojos se encuentran.
No supe que esperar, pero lo que encontré no fue muy distinto de la realidad. Me encontré con unos ojos vacíos, contemplé una mirada indiferente y hasta despectiva, la misma de la última vez. Esa mirada, que hasta el día de hoy, he tratado de olvidar.
Nos saludamos sin gran parsimonia, sin abrazo, un mero "beso" en la mejilla.
Sentí tu piel, fría como siempre, y suave, extrañaba su textura, debo admitirlo, y ese segundo no me bastó.
Conversamos un rato, una conversación amena, luego te fuiste y me dejaste como la última vez, solo. En ese momento desperté, y recuerdo poco, pero lo importante es a lo que llego a nivel consciente.
Lo que en algún momento temimos, se volvió realidad, no somos pareja, no somos amigos, ya ni siquiera nos conocemos, tu ya eres otra persona, y yo he cambiado mucho desde la última vez.
No creo que nos volvamos a ver, es más, espero que así sea, por el bien de ambos.
Sólo quiero decirte (porque decirte más que esto no haría más que empeorar las cosas) que lo que hice lo hice por el bien de ambos. El día que me viste partir no miré atrás porque sabía el daño que te hacía estar conmigo. No estoy dispuesto a ser el responsable de hacerte sufrir. Espero que él te pueda hacer feliz, en verdad que sí, pero por favor, no me busques. Eso es todo lo que tengo que decir.
Lo siento Amor, es demasiado tarde.
jueves, 28 de febrero de 2013
Mientras callo..
Son las 7 de la mañana, con dos horas de sueño despierto junto a mi amigo para ir a la escuela. Miro mi teléfono, muchas llamadas perdidas de mi novia, lo olvidé, iríamos juntos el día de hoy y estoy atrasado. Me ducho rápidamente, me visto, devoro una rebanada de pan y parto.
En la puerta me encuentro con ella, nos despedimos mi amigo y yo y el toma su camino. Camino junto a ella para tomar el metro. Silencio.
Caminamos hasta el metro, pagamos nuestro pasaje y tomamos el primer tren que pasa.
Comienza a decirme lo que tenía que decir, discute sola, esperando respuesta, pero no sabe que no le diré nada todavía, no todavía.
Llegamos al colegio y el silencio se rompe solo por las miradas preocupadas de nuestros compañeros, saben que estamos peleando, saben que no es mi culpa, tampoco lo es de ella. El destino solo nos jugó una mala pasada, yo espero salir de esta.
Nos apartamos del grupo, me piden guarde silencio para proteger a mi amigo, sin duda alguna, así lo hago.
Nos sentamos uno al lado del otro, sin mirarnos a la cara, sin tocarnos las manos. Frío, siento frío en primavera a 23 grados centígrados. Siento su mirada penetrante, llena de dolor, llena de pena, me habla, pide explicaciones, explicaciones que yo no puedo dar porque prometí callar.
Me equivoqué de nuevo, como todos los días, esta vez por algo que pude evitar, de tan solo haber dejado las cosas en claro la noche anterior, esto no estaría pasando.
Me muerdo los labios por dentro para que no me vea sufrir, para que no me vea llorar por dentro.
Agacho la mirada, a través de mis ojos puede ver la verdad, una verdad sencilla que no puedo explicar, ¿por qué? ¿por qué te haces esto? ¿por qué le haces esto a ella? ¿no ves como está sufriendo? Déjala, no la mereces, eres culpable de tus acciones, y toca el veredicto final.
Se me acerca, "¿no me vas a decir nada?". Silencio.
Entonces se da vuelta y se marcha, veo como bota al piso el anillo de compromiso que le di, símbolo de nuestro eterno amor. Muestra que todo se ha terminado.
Una vez ella lejos, me suelto los labios, cierro fuertemente los ojos y siento escurrir una lágrima por mi mejilla. Al ver que ella ya no está ahi miro al piso y pronuncio las únicas palabras que pude haber dicho en todo este tiempo: "Lo siento".
En la puerta me encuentro con ella, nos despedimos mi amigo y yo y el toma su camino. Camino junto a ella para tomar el metro. Silencio.
Caminamos hasta el metro, pagamos nuestro pasaje y tomamos el primer tren que pasa.
Comienza a decirme lo que tenía que decir, discute sola, esperando respuesta, pero no sabe que no le diré nada todavía, no todavía.
Llegamos al colegio y el silencio se rompe solo por las miradas preocupadas de nuestros compañeros, saben que estamos peleando, saben que no es mi culpa, tampoco lo es de ella. El destino solo nos jugó una mala pasada, yo espero salir de esta.
Nos apartamos del grupo, me piden guarde silencio para proteger a mi amigo, sin duda alguna, así lo hago.
Nos sentamos uno al lado del otro, sin mirarnos a la cara, sin tocarnos las manos. Frío, siento frío en primavera a 23 grados centígrados. Siento su mirada penetrante, llena de dolor, llena de pena, me habla, pide explicaciones, explicaciones que yo no puedo dar porque prometí callar.
Me equivoqué de nuevo, como todos los días, esta vez por algo que pude evitar, de tan solo haber dejado las cosas en claro la noche anterior, esto no estaría pasando.
Me muerdo los labios por dentro para que no me vea sufrir, para que no me vea llorar por dentro.
Agacho la mirada, a través de mis ojos puede ver la verdad, una verdad sencilla que no puedo explicar, ¿por qué? ¿por qué te haces esto? ¿por qué le haces esto a ella? ¿no ves como está sufriendo? Déjala, no la mereces, eres culpable de tus acciones, y toca el veredicto final.
Se me acerca, "¿no me vas a decir nada?". Silencio.
Entonces se da vuelta y se marcha, veo como bota al piso el anillo de compromiso que le di, símbolo de nuestro eterno amor. Muestra que todo se ha terminado.
Una vez ella lejos, me suelto los labios, cierro fuertemente los ojos y siento escurrir una lágrima por mi mejilla. Al ver que ella ya no está ahi miro al piso y pronuncio las únicas palabras que pude haber dicho en todo este tiempo: "Lo siento".
domingo, 7 de octubre de 2012
En nada...
Estoy en nada
en un limbo
y a la vez en un frenesí.
Estoy perdido en el complicado laberinto de mi cabeza.
Estoy quemándome bajo un sol abrazador
y a la vez entre las sombras más oscuras de mi corazón...
en un limbo
y a la vez en un frenesí.
Estoy perdido en el complicado laberinto de mi cabeza.
Estoy quemándome bajo un sol abrazador
y a la vez entre las sombras más oscuras de mi corazón...
domingo, 5 de febrero de 2012
Breathe
En la soledad del asiento donde se encontraba la mayor parte de las tardes, el recuerdo de su amada volvió a su mente. Intentó resistir la tentación de buscarla, pero en un mundo donde los medios le vomitaban información sobre ella, en un mundo donde todo le recordaba a esa persona, en un mundo que para él era ella, no podría aguantar un segundo más.
Revisó su muro en facebook y sintió un retorcijón en el estómago al ver una foto de ella besando a su nueva pareja. Luego ingresó a su blog, casi llora al darse cuenta que hacía lo mismo que con él en el pasado, contar los días hasta volver a verse durante las vacaciones.
Quería llorar, quería gritar, quería hacer un escándalo, una locura que lo dejara tranquilo de una vez por todas. Sintió que debía decirle y hacerle tanto todavía, ¡que debía hacer un cambio ahora!
Tomó las llaves del auto, documentos, billetera, apagó el computador, estaba listo para salir cuando una voz en su cabeza le susurró: "Respira..."
Una lágrima escurrió por su mejilla mientras se mordía el labio, colgó la chaqueta y se sentpo denuevo en el ordenador a continuar con su serie en Cuevana... Y así hasta que algo calme su dolor...
sábado, 28 de enero de 2012
Un momento de locura
Todo parte en aquella misma habitación en que solíamos estar juntos las tardes de verano. Miro por la ventana buscando encontrar un vestigio de lo que pudimos quedarnos para ambos, pero todo se fue. La tristeza me consume y mientras veo la nieve cubrir lentamente las hojas caídas que no me digné a recoger, el sentimiento de culpa y remordimiento recorre mis venas, se pierde unos segundos bajo mi piel y emerge contra mi voluntad a través de mis ojos en forma de lágrimas.
Apoyo mi mano en la ventana esperando que el calor la deje marcada en el vidrio, pero no, estoy frío como un cadáver. Me haces falta. Es en ese momento que comienzo a reír. Parto con una pequeña risa disimulada que rompe el silencio de un par de horas, luego me dejo llevar por un frenesí que me invade de súbito y suelto una carcajada que podría escucharse del otro lado del barrio.
Sostengo mi cara con mis manos y me dejo caer en el piso lentamente mientras sigo riendo y llorando. Luego, las dirijo a mi pelo. Enredo mis dedos entre mis cabellos, cierro los puños y comienzo a tirar. Tiro y tiro hasta que el cuero cabelludo cede. Dejo caer los cabellos que solían ser suyos... que solían tener dueño...
Después de esto recobro un poco la compostura. Decido ponerme de pie y caminar hasta el baño de la habitación de al lado. Me miro al espejo, es algo que no quiero volver a ver. Entonces tomo las tijeras que alguna vez usé para cortarme el pelo,dudo un instante, pero tomo mi decisión. Entierro las tijeras en mis ojos rápidamente para no volver a ver. Siento como la sangre escurre rápidamente por mis ojos. Mancha mi ropa, la oigo caer al piso... estoy sucio... cuando mi cuerpo está sucio, mi alma también lo está.
Entro a la ducha con dificultad. Aún con mis ropas puestas, enciendo el agua fría y pongo el tapón de la tina. El agua cae sobre mi rostro y lo limpia de la sangre que no alcanzó a coagular. No sería capaz de distinguir esta sensación a la de la lluvia si no fuera porque ahora mis demás sentidos están más alerta.
Luego de un rato, me doy cuenta de que la tina desborda, es entonces que decido cortar el agua y recostarme en la tina. Ahí esperaré a que te acuerdes de mí. Mientras tanto, seguiré aquí, ciego, ahogándome en la frialdad de lo que más amo. No te preocupes, esperaré.
Apoyo mi mano en la ventana esperando que el calor la deje marcada en el vidrio, pero no, estoy frío como un cadáver. Me haces falta. Es en ese momento que comienzo a reír. Parto con una pequeña risa disimulada que rompe el silencio de un par de horas, luego me dejo llevar por un frenesí que me invade de súbito y suelto una carcajada que podría escucharse del otro lado del barrio.
Sostengo mi cara con mis manos y me dejo caer en el piso lentamente mientras sigo riendo y llorando. Luego, las dirijo a mi pelo. Enredo mis dedos entre mis cabellos, cierro los puños y comienzo a tirar. Tiro y tiro hasta que el cuero cabelludo cede. Dejo caer los cabellos que solían ser suyos... que solían tener dueño...
Después de esto recobro un poco la compostura. Decido ponerme de pie y caminar hasta el baño de la habitación de al lado. Me miro al espejo, es algo que no quiero volver a ver. Entonces tomo las tijeras que alguna vez usé para cortarme el pelo,dudo un instante, pero tomo mi decisión. Entierro las tijeras en mis ojos rápidamente para no volver a ver. Siento como la sangre escurre rápidamente por mis ojos. Mancha mi ropa, la oigo caer al piso... estoy sucio... cuando mi cuerpo está sucio, mi alma también lo está.
Entro a la ducha con dificultad. Aún con mis ropas puestas, enciendo el agua fría y pongo el tapón de la tina. El agua cae sobre mi rostro y lo limpia de la sangre que no alcanzó a coagular. No sería capaz de distinguir esta sensación a la de la lluvia si no fuera porque ahora mis demás sentidos están más alerta.
Luego de un rato, me doy cuenta de que la tina desborda, es entonces que decido cortar el agua y recostarme en la tina. Ahí esperaré a que te acuerdes de mí. Mientras tanto, seguiré aquí, ciego, ahogándome en la frialdad de lo que más amo. No te preocupes, esperaré.
sábado, 21 de enero de 2012
Unique
Qué tan únicas somos las personas?
Tan únicas que dicen que no se puede reemplazar una por otra,
pero al encontrarme contigo una vez más, veo que se ha ocupado mi lugar.
Tal vez no era único en verdad,
tal vez fui fácil de cambiar.
Tal vez simplemente soy alguien más,
alguien con quien tu no querías estar,
alguien que nunca supimos enfrentar.
O tal vez no, y no es que sea otro, o que me hayas podido cambiar,
sino que soy tantos otros más que ya no conocerás.
Tú te lo pierdes, pues a este paso, nunca lo sabrás.
Tan únicas que dicen que no se puede reemplazar una por otra,
pero al encontrarme contigo una vez más, veo que se ha ocupado mi lugar.
Tal vez no era único en verdad,
tal vez fui fácil de cambiar.
Tal vez simplemente soy alguien más,
alguien con quien tu no querías estar,
alguien que nunca supimos enfrentar.
O tal vez no, y no es que sea otro, o que me hayas podido cambiar,
sino que soy tantos otros más que ya no conocerás.
Tú te lo pierdes, pues a este paso, nunca lo sabrás.
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