sábado, 28 de enero de 2012

Un momento de locura

Todo parte en aquella misma habitación en que solíamos estar juntos las tardes de verano. Miro por la ventana buscando encontrar un vestigio de lo que pudimos quedarnos para ambos, pero todo se fue. La tristeza me consume y mientras veo la nieve cubrir lentamente las hojas caídas que no me digné a recoger, el sentimiento de culpa y remordimiento recorre mis venas, se pierde unos segundos bajo mi piel y emerge contra mi voluntad a través de mis ojos en forma de lágrimas.
Apoyo mi mano en la ventana esperando que el calor la deje marcada en el vidrio, pero no, estoy frío como un cadáver. Me haces falta. Es en ese momento que comienzo a reír. Parto con una pequeña risa disimulada que rompe el silencio de un par de horas, luego me dejo llevar por un frenesí que me invade de súbito y suelto una carcajada que podría escucharse del otro lado del barrio.
Sostengo mi cara con mis manos y me dejo caer en el piso lentamente mientras sigo riendo y llorando. Luego, las dirijo a mi pelo. Enredo mis dedos entre mis cabellos, cierro los puños y comienzo a tirar. Tiro y tiro hasta que el cuero cabelludo cede. Dejo caer los cabellos que solían ser suyos... que solían tener dueño...
Después de esto recobro un poco la compostura. Decido ponerme de pie y caminar hasta el baño de la habitación de al lado. Me miro al espejo, es algo que no quiero volver a ver. Entonces tomo las tijeras que alguna vez usé para cortarme el pelo,dudo un instante, pero tomo mi decisión. Entierro las tijeras en mis ojos rápidamente para no volver a ver. Siento como la sangre escurre rápidamente por mis ojos. Mancha mi ropa, la oigo caer al piso... estoy sucio... cuando mi cuerpo está sucio, mi alma también lo está.
Entro a la ducha con dificultad. Aún con mis ropas puestas, enciendo el agua fría y pongo el tapón de la tina. El agua cae sobre mi rostro y lo limpia de la sangre que no alcanzó a coagular. No sería capaz de distinguir esta sensación a la de la lluvia si no fuera porque ahora mis demás sentidos están más alerta.
Luego de un rato, me doy cuenta de que la tina desborda, es entonces que decido cortar el agua y recostarme en la tina. Ahí esperaré a que te acuerdes de mí. Mientras tanto, seguiré aquí, ciego, ahogándome en la frialdad de lo que más amo. No te preocupes, esperaré.

sábado, 21 de enero de 2012

Unique

Qué tan únicas somos las personas?
Tan únicas que dicen que no se puede reemplazar una por otra,
pero al encontrarme contigo una vez más, veo que se ha ocupado mi lugar.
Tal vez no era único en verdad,
tal vez fui fácil de cambiar.
Tal vez simplemente soy alguien más,
alguien con quien tu no querías estar,
alguien que nunca supimos enfrentar.
O tal vez no, y no es que sea otro, o que me hayas podido cambiar,
sino que soy tantos otros más que ya no conocerás.
Tú te lo pierdes, pues a este paso, nunca lo sabrás.

Unique