Son las 7 de la mañana, con dos horas de sueño despierto junto a mi amigo para ir a la escuela. Miro mi teléfono, muchas llamadas perdidas de mi novia, lo olvidé, iríamos juntos el día de hoy y estoy atrasado. Me ducho rápidamente, me visto, devoro una rebanada de pan y parto.
En la puerta me encuentro con ella, nos despedimos mi amigo y yo y el toma su camino. Camino junto a ella para tomar el metro. Silencio.
Caminamos hasta el metro, pagamos nuestro pasaje y tomamos el primer tren que pasa.
Comienza a decirme lo que tenía que decir, discute sola, esperando respuesta, pero no sabe que no le diré nada todavía, no todavía.
Llegamos al colegio y el silencio se rompe solo por las miradas preocupadas de nuestros compañeros, saben que estamos peleando, saben que no es mi culpa, tampoco lo es de ella. El destino solo nos jugó una mala pasada, yo espero salir de esta.
Nos apartamos del grupo, me piden guarde silencio para proteger a mi amigo, sin duda alguna, así lo hago.
Nos sentamos uno al lado del otro, sin mirarnos a la cara, sin tocarnos las manos. Frío, siento frío en primavera a 23 grados centígrados. Siento su mirada penetrante, llena de dolor, llena de pena, me habla, pide explicaciones, explicaciones que yo no puedo dar porque prometí callar.
Me equivoqué de nuevo, como todos los días, esta vez por algo que pude evitar, de tan solo haber dejado las cosas en claro la noche anterior, esto no estaría pasando.
Me muerdo los labios por dentro para que no me vea sufrir, para que no me vea llorar por dentro.
Agacho la mirada, a través de mis ojos puede ver la verdad, una verdad sencilla que no puedo explicar, ¿por qué? ¿por qué te haces esto? ¿por qué le haces esto a ella? ¿no ves como está sufriendo? Déjala, no la mereces, eres culpable de tus acciones, y toca el veredicto final.
Se me acerca, "¿no me vas a decir nada?". Silencio.
Entonces se da vuelta y se marcha, veo como bota al piso el anillo de compromiso que le di, símbolo de nuestro eterno amor. Muestra que todo se ha terminado.
Una vez ella lejos, me suelto los labios, cierro fuertemente los ojos y siento escurrir una lágrima por mi mejilla. Al ver que ella ya no está ahi miro al piso y pronuncio las únicas palabras que pude haber dicho en todo este tiempo: "Lo siento".